En la etapa de niñez y adolescencia es muy frecuente las peleas entre hermanos, esto muchas veces llega a preocupar a los padres, si bien es cierto lo más saludable debería ser evitar las peleas, no se puede negar que éstas forman parte de la vida de los niños.
Frente a las peleas entre hermanos, el papel de los padres es fundamental, ya que un adecuado manejo por parte de ellos puede facilitar que los niños puedan aprender a resolver sus propios problemas por sí solos, a compartir, a encontrar soluciones y a comprender que a veces se gana y en otras ocasiones se pierde. Ante cualquier circunstancia, lo importante es explicarles con anterioridad las reglas que todos deben seguir y que si no se cumplen habrá consecuencias.
RAZONES POR LAS QUE LO LOS HERMANOS PELEAN
Los especialistas consideran las peleas entre hermanos pueden obedecer a las siguientes razones:
La necesidad de ser queridos; esto hace que los niños quieran tener la atención de los padres; en estos casos el hermano es visto como un competidor respecto al amor de sus padres y es común que imaginen que quieren más al otro, por esta razón se debe evitar ponerse de lado de uno de ellos en el momento de la peleas.
Cuando no desean compartir: los niños comúnmente pelean por un juguete o cuando el hermano coge algo que pertenece al otro, lo que más les importa es competir y posesionarse de lo que consideran suyo.
Cuando sienten que existen preferencias por alguno de los hermanos: si los padres brindan más atención a uno de ellos y corrigen al otro, es probable que el niño piense que hay un “preferido”, por tanto es probable que exista mayor rivalidad entre ambos.
Algún cambio en su entorno, un conflicto en el ambiente familiar o en la escuela puede generar estrés en los niños y propiciar este tipo de conductas.
SUGERENCIAS PARA LOS PADRES:
Incentivar a que los hermanos aprendan a resolver sus conflictos por sí solos y sólo intervenir en casos extremos.
Conversar con ellos, si es que los niños no llegan a solucionar el conflicto, hay que escucharlos para que puedan calmarse y reflexionar sobre lo sucedido, si es necesario hacer que estén separados por un momento para evitar que continúen peleando y puedan calmarse.
No hacer comparaciones, como por ejemplo “entiende, el es más chiquito…”; esto sólo aumenta la rivalidad entre ellos y la rabia.
Felicitarlos cuando no peleen, elogiar a ambos cuando compartan o solucionen sus conflictos, esto hará que las conductas adecuadas se repitan.
Enseñar que pelear no es la solución, por ejemplo si la pelea es por algún objeto específico o un juguete, el niño debe darse cuenta que el pelear sólo ocasionará perderlo. En este caso la intervención de los padres es básica ya que deberán establecer las normas o consecuencias de las conductas inadecuadas de los niños.
Enseñarles con el ejemplo, es obvio que si el niño observa peleas entre los padres, seguirá este modelo, pues creerá que es la única forma de resolver los problemas.