Las convulsiones son descargas eléctricas cerebrales que se manifiestan con movimientos espasmódicos, de contracción y relajación involuntaria de músculos. Se pueden dar por diversos motivos en bebés y niños pequeños: una causa es la fiebre alta, infecciones como la meningitis o encefalitis, epilepsia, intoxicación con sustancias químicas y otras más raras.
Por ello es necesario acudir a la sala de urgencias para que a través de un encefalograma o una tomografía se determine las causas de la crisis convulsiva. Hay que tener en cuenta que el 3% de los niños entre 6 meses y tres años pueden presentar convulsiones febriles sin que haya infección del sistema nervioso. Asimismo, hay que tener en cuenta que el 97% de todos los niños que presentan convulsiones febriles no desarrollan epilepsia, aunque una vez que hubo un episodio de convulsión febril puede lelgar a repetirse.
Si tu hijo padece un cuadro de convulsión, ponlo tumbado de lado, así evitarás la aspiración de alimentos si vomita. No pongas nada en su boca. Comprueba que el niño puede respirar bien. No lo arropes. Trata de observar lo que está ocurriendo para poder explicárselo al médico. Intenta controlar cuánto dura la convulsión, ya que suelen cesar antes de 10 minutos. Cuando te dirijas al centro médico, conduce con precaución puesto que unos minutos de tardanza no agravarán el cuadro y así evitarás un accidente de tráfico.