Una de las condiciones que más alarma a los padres, sobre todo primerizos, es que su bebé tenga fiebre (es decir, que su temperatura supere los 38 Cº o los 100,4 Fº). De por sí, la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma de que algo más le está pasando al bebé: tiene catarro o algún tipo de infección. Desde los 6 meses a los 5 años, la fiebre alta puede provocar convulsiones, llamadas convulsiones febriles que tienden a presentarse con más frecuencia entre los 12 y los 18 meses de edad. ¡Que no cunda el pánico! Por lo general, no son peligrosas ni dejan secuelas, pero conviene que los padres sepan qué hacer si llegan a presentarse.
Muchas mamás y papás, sobre todo los primerizos, no saben bien qué hacer y se preocupan cuando sus bebés tienen fiebre y es comprensible que así sea. La fiebre, después de todo, es una señal de alerta. “¿Qué le está pasando al bebé?”, “¿Llamó al médico?”, “¿Qué hago?”, se preguntan.
La mayoría de las veces, la fiebre es inofensiva, causada por una infección leve o incluso por arropar demasiado al niño. Sin embargo, es necesario estar atentos y comunicarle al pediatra cuando el bebé tenga más de 38 Cº o 100,4 Fº de temperatura rectal. La fiebre de por sí, como mencionamos, no es una enfermedad, sino un síntoma. De hecho, es un signo positivo de que el cuerpo se está defendiendo de un ataque, ya sea de virus o de bacterias. ¡Bravo por el sistema inmunológico del bebé!
Cuando ésta aparece, se asocia por lo general con infecciones respiratorias (desde el croup a la neumonía), infecciones en el oído, la gripe, catarros, infecciones de la garganta o del tracto urinario. El bebé se siente incómodo, su corazoncito late más rápidamente, respira también más rápidamente y con dificultad, y necesitará estar bien hidratado. Los medicamentos como el acetaminofén, en la dosis adecuada para la edad del bebé, te servirán para hacerle bajar la fiebre y aliviar las molestias, pero lo ideal es que el pediatra investigue la causa real de la fiebre y te indique el tratamiento adecuado.
A partir de los seis meses y hasta los 5 años, la fiebre puede ocasionar convulsiones que aparecen a las pocas horas de presentarse una condición que llegue acompañada de fiebre como las enumeramos anteriormente. ¿Cómo puedes saber si se trata de una convulsión febril? La reconocerás por lo siguiente: el bebé puede actuar de manera “extraña” por unos momentos, entonces de repente se pone rígido, se retuerce y sus ojitos se ponen en blanco. El bebé no responderá a tus estímulos por un corto tiempo, y su piel puede tornarse un poco más oscura que de costumbre durante el episodio.
La convulsión puede durar de 1 a 15 minutos, pero para un padre asustado, todo este tiempo parece una eternidad. Es necesario que procures no angustiarte demasiado, que procures mantenerte calmado(a): las convulsiones no son muy frecuentes y si suceden no causan daño cerebral ni neurológico. Tampoco causan parálisis, retraso mental ni epilepsia, aunque los síntomas sean parecidos.
Mientras sucede el episodio, protege a tu bebé o a tu niño pequeño de la manera siguiente:
Asegúrate de que el niño está en un lugar seguro y que no pueda caerse o golpearse con un objeto o con superficie dura o filosa.
No lo acuestes boca arriba, sino sobre un costado, para impedir que se asfixie con vómito o saliva.
Asegúrate que no tenga dificultades para respirar, incluyendo cualquier cambio en el color del rostro del niño.
Si la convulsión dura más de 10 minutos o el niño se pone azul, probablemente se trata de un tipo de convulsión más grave. Llama inmediatamente al teléfono de emergencias.
No le introduzcas nada en la boca.
No le des medicamentos para bajarle la fiebre, ni intentes darle un baño de agua fresca o tibia.
A menos que la convulsión dure más de 10 minutos o que el niño tenga dificultades para respirar, no será necesario dirigirse a toda prisa a un servicio de emergencias. Pero cuando termine la convulsión llama al pediatra para que evalúe al niño y te indique si necesita algún tratamiento especial.
Si el bebé sufre la primera convulsión cuando tiene menos de un año, tiene un 50% de probabilidades de que vuelva a repetirse. Si el niño la tiene después del año, las probabilidades de que vuelva a repetirse se reducen a un 30%. Recuerda también que las convulsiones febriles no se repiten en menos de 24 horas y de nuevo, no deben asociarse a epilepsia o al peligro de sufrir epilepsia en el futuro.
Hay otras señales que te indican que el bebé está en peligro y debes llamar al teléfono de emergencias o llevarlo a una sala de emergencias sin pérdida de tiempo:
Si el niño no parece estar despierto, no responde a estímulos, ni aparenta estar más cómodo cuando le baja la fiebre.
Si la fiebre y los síntomas de la gripe reaparecen después de que habían desaparecido.
Si el niño llora, pero no tiene lágrimas, o si no moja los pañales o no ha orinado durante las últimas 8 horas. Son síntomas de deshidratación severa.
Si el bebé tiene menos de 3 meses y una temperatura rectal de 100.4° F (38° C) o superior.
Si tiene de 3 a 12 meses y tiene una fiebre de 102.2° F (39° C) o superior.
Si es menor de 2 años y la fiebre le dura más de 24 a 48 horas.
Si la fiebre es superior a 105° F (40.5° C).
Si el niño ha tenido fiebre intermitente por una semana o más, aun cuando no haya sido muy alta.
Si el bebé tiene otros síntomas como dolor de garganta, dolor de oído, diarrea, náuseas, vómitos o tos.
Si tiene alguna enfermedad médica seria, como un problema cardíaco, anemia, diabetes o fibrosis quística.
Si le aplicaron una vacuna recientemente.
Si tiene fiebre y llora sin poder calmarse.
Si no se despierta fácilmente o no se despierta en absoluto.
Si parece confundido o tiene un dolor de cabeza muy intenso.
Si tiene rigidez en el cuello.
Si no puede caminar o se niega a mover un brazo o una pierna.
Si le brota un salpullido o aparecen hematomas.
Poco a poco tendrás más experiencia reconociendo las señales que indican que le está pasando algo al bebé, incluyendo cuando le empieza la fiebre. En la mayoría de los casos, podrás bajarla exitosamente. Pero conviene que sepas que también pueden presentarse ciertas condiciones como las convulsiones febriles que pueden causarte angustia, pero que, en la mayoría de los casos, no son peligrosas. Ahora ya sabes cómo ocurren y podrás actuar adecuadamente en caso necesario.