La obesidad infantil es un padecimiento a nivel mundial y sobre todo en los países occidentales en donde la cultura moderna nos mete por los ojos la comida chatarra, las grasas y los dulces y golosinas.
Los niños son las víctimas más vulnerables a este tipo de comida que, ingerida en exceso, es nociva para la salud y no solo para la estética. La obesidad infantil trae graves consecuencias en el futuro, como diabetes infantil, problemas al corazón, malformaciones óseas y problemas articulares e hipertensión.
Los padres son quienes deben controlar estrictamente lo que sus hijos comen elaborando un plan nutricional que les provea de lo necesario para una buena salud. Hay que empezar por cambiar todos y cada uno de los hábitos alimenticios, evitando las grasas, frituras, embutidos y comida chatarra. Las loncheras de los niños deben prepararse en casa y no recurrir a la bodega.
En su alimentación diaria deberá haber muchas frutas, verduras, agua, carne de ave y pescado a la plancha o al horno en cantidades moderadas. Para que el niño se sienta saciado hay que darles también meriendas y tentempiés con una fruta o un vaso de yogur.
Incentivarlo a que haga deportes y se ejercite en vez de que permanezca sentado en la PC o con los videojuegos es bueno, lo ayudará a quemar las grasas. Un niño obeso puede tener problemas de autoestima, hay que ayudarle en ello en conjunto con un médico o pediatra el cual indicará un programa focalizado de alimentación y salud que elevará su autoestima.
Fuente:webdelbebe